Nuevamente tenemos el gusto hacer un recorrido virtual por exhibiciones madrileñas de la mano fotográfica de nuestra corresponsal Elena Pastor; en esta ocasión, nos lleva a visitar la muestra de Stephen Shore en la Fundación Mapfre.
Texto de sala
Stephen Shore (Nueva York, 1947) es uno de los fotógrafo cuya influencia ha sido más visible y destaca en las últimas tres décadas. La renovación que han supuesto sus aportaciones al lenguaje fotográfico no ha dejado de despertar el interés en distintas generaciones de autores y sigue siendo una referencia indiscutible para los fotógrafos más jóvenes. Por este motivo, su obra también es especialmente valiosa para comprender la actualidad de la escena contemporánea y profundizar en los fundamentos de algunas de las prácticas fotográficas hegemónicas de los últimos años.
Shore se ha interesado especialmente por reflexionar sobre los condicionamientos de esa mediación operada por la cámara fotográfica en la transmisión del mundo en imagen. En su constante interrogación sobre las modalidades y géneros del lenguaje fotográfico, ha evitado muy conscientemente acomodarse a fórmulas establecidas, yendo más allá de las convenciones que su propio trabajo ha generado, dando lugar a proyectos formalmente muy diversos. No menos importante es el hecho de que sus planteamientos, tanto visuales como discursivos, proporcionan una nueva perspectiva de un contexto cultural en que las relaciones entre arte y fotografía han sido especialmente intensas y profusas.
Esta exposición –la más completa realizada hasta el momento sobre el trabajo de Stephen Shore- responde al propósito de ahondar en la compresión de su propuesta artística ofreciendo, por una parte, la posibilidad de revisar desde un óptica actual la importancia de proyectos como Uncommon Places y American Surfaces en relación a otros trabajos menos conocidos o inéditos y ,por otra, poner de manifiesto cómo su obra encarna las complejidades que se produjeron entre el mundo del arte y el ámbito fotográfico a partir de mediados de los años sesenta, dialéctica que ha marcado la evolución de la práctica fotográfica hasta hoy.
