Prefacio

 

Backroom Caracas exisitió entre 2013 y 2017. Soy Rody Douzoglou: fundadora, directora y facilitadora de este espacio de intersección entre cultura, arte y comunidad. Mi mayor satisfacción fue poder trabajar con un equipo de jóvenes mujeres venezolanas que lo dieron todo. Natasha Tiniacos, Florencia Alvarado, Gaëlle Smits y Marianela Díaz Cardozo fueron la magia detrás del proyecto. Quienes se incorporaron luego, asumieron exitosamente la batuta: Gabriela Mesones Rojo, Elvira Blanco Santini, Enza García Arreaza, Lennis Rojas y Mika Albornoz. (Sí, hombres e instituciones también participaron. Los invito a nuestra sección Editorial, donde encontrarán la larga lista de participantes y colaboradores.)

 

Esta página web comenzó como cualquier página en blanco y con la ayuda de talento venezolano la vimos crecer desmesuradamente. Andrea Ayala —nuestra diseñadora web— me enseñó que el diseño es una herramienta esencial para el proceso creativo. Esta página se convirtió en nuestro orgullo, en una publicación en línea sin límites. Backroom Caracas 2.0 logró sacar lo mejor en todos nosotros, hasta en las condiciones más difíciles.

 

Esta publicación fue soñada, pensada, organizada, escrita y publicada en español. La tradujimos en casi su totalidad al inglés, en un proyecto de meses dirigido por Elvira Blanco y Marianela Díaz Cardozo. Me pregunto si valió la pena el esfuerzo. ¿Puede traducirse tono, modo, idiosincracia, corazón y alma? Pero uno de mis mayores deseos era poder compartir con un público mayor su contenido.

 

Backroom Caracas también fue un lugar de muchas experiencias en vivo. Ofrecimos talleres en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela con artistas norteamericanos. La Silla del Diablo, convenio firmado con la FAU-UCV, se convirtió en un lugar para el intercambio y la interpelación. Superamos obstáculos cultivando el apoyo de muchas instituciones. Charlas, exhibiciones, visitas de expertos, seminarios y foros nos mantuvieron ocupados. Es hondo el agradecimiento que me llevo de la experiencia Backroom; pude sentir una profunda generosidad. Gracias a todas las personas que se involucraron en cada una de estas experiencias y lograron hacerlas realidad.

 

Backroom Caracas fue la materialización de visión y objetivos. Entendí que la magia solo puede manifestarse cuando incluyo la visión, los deseos, el conocimiento y la verdad de quienes deciden acompañarme.

 

Ahora vivo en Nueva York, pero sigo profundamente ligada a Venezuela, un país atascado en una tiranía. Como tributo al hermoso trabajo de quienes participaron, deseo sostener esta página web como una cápsula de tiempo, como testimonio de que la belleza, la libertad y la verdad pueden coexistir cuando decidimos morar en ellas.

 

Los invito a que nos exploren, a que convivan con nosotros un poco. Este espacio vivió, respiró y creció como todo en el trópico: fervorosamente.

 

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