Aquí no después

¿Quién llega a tener vida después de la muerte? ¿Quién no? ¿Quién decide?

 

Un pasaporte puede dejarte entrar o mantenerte afuera. Aprendí recientemente que las momias los llevaban: era un pequeño papiro cuadrado, doblado en las envolturas de lino y posado encima de la cabeza o los pies. Tenía que ser fácilmente accesible, de modo que cuando los muertos llegaran a la frontera del inframundo, pudieran presentarlo rápidamente a los porteros. Los pasaportes eran conocidos como «cartas para respirar», ya que resucitaban la vida de aquellos –pertenecientes a las élites– que podían permitírselo. Los papeles aseguraban a las autoridades del otro mundo que el portador era digno de avanzar hacia dentro. El Libro del Viaje por la Eternidad describe el acto de la migración al Más Allá, un lugar que, decían, estaba en el Occidente:

May you travel downstream to Busiris,
And sail upstream to Ta-wer.
You will moor at the banks of Anedjti.
You will perch upon the branches of the lalob trees.
You will take up the oar outside the mansion of gold.
Welcome, says the collector of documents, in the act of clearing your way.
The letter of breathing from Thoth is your protection.
You cannot be turned back. [1]

 

El Visio Pauli, un texto del siglo III, cuenta cómo San Pablo viajó a la próxima vida para una visita. En el Cielo descubre que el Sol y la Luna se habían quejado a Dios de que los seres humanos estaban llenando el aire de contaminación. Se entera también de que la Tierra y el Mar habían solicitado el permiso de Dios para exterminar a la humanidad. Pero Dios respondió: patientia mea sustinet eos – «Mi paciencia los soporta».

 

Almas resucitan de cuerpos. Imagen cortesía de la autora, obtenida de un manuscrito francés del siglo XV.
Almas resucitan de cuerpos. Imagen cortesía de la autora, obtenida de un manuscrito francés del siglo XV.

En el siglo V, el Cielo se había convertido en un emplazamiento de la construcción, bajo continua remodelación. Según el Evangelio de Mateo, Cristo había dicho: “Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir”. Se pensaba que se podría construir mansiones físicas en el Más Allá, utilizando fondos transferidos a través de actos de caridad en la vida cotidiana. Cada donación establecería ladrillos hechos de oro. Los ricos reclamarían las mejores propiedades inmobiliarias, villas construidas junto a prados y ríos sulfúricos, cerca de las moradas de santos famosos. El Papa Gregorio I contó la historia de cómo un hombre que visitó el Cielo en un sueño, se dio cuenta de que la construcción que ocurría en la casa de un zapatero solo se hacía los sábados. Resultó que solo daba a los pobres los sábados, en su visita semanal al santuario de San Pedro –así, este era el único día en que iban a trabajar para él.

 

La otra vida es como un acuerdo comercial, dijo San Agustín a su congregación del norte de África. Muchos de sus oyentes eran mercaderes, adeptos a la expedición de vastos cargamentos de aceite de oliva y granos a través del mar. Dar limosna no era diferente, instó Agustín. Los pobres eran como muelles, dispuestos a cargar riquezas a bordo hacia un puerto lejano, y ciertamente se obtendrían beneficios.

 

En 1867, justo cuando las nubes de pólvora se estaban asentando sobre el derrotado sur de los Estados Unidos, un clérigo en Nashville llamado Buckner H. Payne escribió un panfleto que circulaba ampliamente. En él argumentaba que solo había dos razas de hombre: blanco y negro, y que Adán había sido el padre solo de la raza blanca. Únicamente la raza blanca fue creada a imagen de Dios, afirmó; solo a los blancos se les concedió alma y acceso a la vida futura. ¿Cuál era su prueba? El clérigo argumentó que había participado en el desembolso de numerosas momias egipcias antiguas –un pasatiempo ocasional de victorianos adinerados– y, debajo, se reveló, todas ellas tenían piel pálida. Era una evidencia, supuso Payne, de que desde los comienzos de la humanidad solo la raza blanca había sido destinada para la vida después de la muerte –una visión que no inventó, pero que era común en la Confederación. El diluvio, dijo, había sido un castigo divino por la mezcla de razas, el primer acto de limpieza étnica de Dios. Este Buckner Payne, a la edad de ochenta y cuatro años, fue enterrado en una caja sin tornillos.

 

¿Quién llega a tener vida después de la muerte? ¿Quién no? ¿Quién decide?

 

El Cielo es una ardid de opresión, argumentó Malcolm X en 1963. La creencia de que el remedio para el mundo está en una vida futura fue diseñada para apagar nuestra ira ahora mismo. El hombre que quisiera ir al cielo, argumentó, debe tener un cerebro tan blanco como la nieve. El teólogo James Cone declaró que necesitamos una reinterpretación radical del Más Allá: «El Cielo no puede significar aceptar la injusticia del presente porque sabemos que tenemos un hogar en el Más Allá. El hogar es donde hemos sido colocados ahora, y creer en el Cielo es negarse a aceptar el infierno en la tierra».

 

El clima cambiante nos habla en un lenguaje que es bíblico: fuegos, sequías, inundaciones y el éxodo. Puede hacer que la gente sea cada vez más religiosa; así tratamos de hacer frente a lo que no podemos controlar. A finales de agosto de 2005, cuando la inundación rompió los diques y el agua comenzó a subir, muchas personas que carecían de los medios para escapar de la ciudad condenada quedaron abandonadas en los tejados de sus casas. Agitaron las banderas americanas para atraer la atención de helicópteros desinteresados. Escribieron mensajes con pintura en spray:

Por favor ayúdennos
El agua está subiendo
personas Perro Gato siete personas Madre-hermana-esposa
3-niños-8-12-14
Bebé de 9 meses 2 hombres de 72 años
sin comida sin agua por favor ayuda

 

Nueva Orleans es el aquí-no-después.

 

La tempestad inundó las casas de Treme, el viejo distrito de gran altura donde, un siglo antes, un grupo se reunía alrededor de una mesa de cocina todos los lunes por la noche para contactar a los espíritus de los muertos. El grupo incluía a políticos y activistas de derechos civiles, herreros, maestros y poetas, provenientes de las familias afro-criollas de Treme. Se reunían a las ocho en punto, porque los muertos reprendían a cualquiera que llegara tarde. En el transcurso de veinte años, décadas que abarcaron la Guerra Civil y la fallida reconstrucción, el grupo registró más de 7.000 páginas de mensajes del Más Allá. En la mesa, los espíritus de Moctezuma, Confucio y el recién fallecido Lincoln aparecieron junto a las almas de los supremacistas blancos y esclavos, filósofos franceses y los propios parientes muertos del grupo. San Agustín apareció y comenzó a discutir con el notorio juez del caso Dred Scott. Cristo llegó y anunció que estaba encantado de estar allí.

 

El Más Allá es una democracia perfecta, informaron los espíritus. Todo el mundo tiene derecho a votar, y lo hace. De alguna manera, la mayoría siempre elige el camino que sirve a su mejor interés y nunca toma la decisión equivocada. El Más Allá es una meritocracia, donde el dinero no puede preparar el camino. Solo hay una escalera del progreso celestial; los espíritus de los dictadores vagan como sombras mientras trabajan en mejorarse a sí mismos desde el peldaño inferior. Hay casas para cada gusto estético, pero todas están igualmente bien construidas. En el Más Allá no existe raza o nacionalidad, reportaron los espíritus. Cuando el alma sale del cuerpo, se despoja de su piel y pierde su pasaporte. Todo el mundo se vuelve incandescente, compuesto de pura luz brillante, una cualidad que no debe confundirse con la blancura.

 

Noche tras noche, los espíritus de los muertos se presentaron en una sesión de cocina para instar a los Estados Unidos a imitar la República Espiritual sobre ellos. Uno de los últimos mensajes que el grupo registró fue de Oscar Dunn, el primer gobernador negro de Louisiana, que murió repentinamente de una causa misteriosa. La verdad debe prevalecer y la justicia vendrá en toda su gloria, dijo Dunn al círculo. Los muertos están observando los acontecimientos venideros.

 

Imagen cortesía de la autora, obtenida del mismo manuscrito francés.
Imagen cortesía de la autora, obtenida del mismo manuscrito francés.

 

En 2005, cuando un desaliñado grupo de cientos de sobrevivientes intentó escapar de la ciudad inundada caminando por el puente sobre el Mississippi hacia los suburbios, fue devuelto a punta de pistola por la policía.

 

Vi las noticias desde mi casa en una ciudad donde el cementerio ocupa el terreno más alto y seco. Como un chiste en silencio. Otro lugar que es un aquí-y-no-después.

 

La vida futura no es solo una metáfora. Las decisiones que se toman hoy en día –regular, elevar, construir barreras o no actuar en absoluto– determinan qué pueblos van a vivir y cuáles no. ¿Quién vigila la puerta al Más Allá? En la política de la vida después de la muerte, las divisiones de raza y la desigualdad de riqueza ponen de manifiesto la injusticia.

 

Hay un doble sentido en las palabras. Hablar de la vida después de la muerte también puede significar las sucesivas generaciones de seres humanos que seguirán a las nuestras; la creencia en que la especie vivirá después de nuestras muertes. Tanto de lo que valoramos hoy, afirman los filósofos, se basa en la suposición no-declarada de que ese porvenir existe. Las personas que nunca conoceremos nos importarán más de lo que podríamos imaginar, tal vez incluso más que las que conocemos y amamos. Pero hay un punto que se ha llamado el umbral de la vida después de la muerte: la línea en que las amenazas al futuro por los cambios ambientales podrían alterar nuestra creencia sobre cómo pasará a ser la naturaleza de la vida humana, de tal manera que transforma cómo concebimos y valoramos nuestras propias vidas hoy. Sin un sentido del porvenir, estamos paralizados. ¿Por qué hacer algo en lo absoluto y, especialmente, por qué crear arte, algo que requiere un sentido de inmortalidad? Podríamos cruzar el umbral del Más Allá antes de lo que pensamos.

 

Quizás aquellos que permanecen indiferentes a los hechos y las cifras son movidos por la idea del Cielo, como un arca de último recurso. A los porteros les digo: por favor, dejen que todos nosotros entremos. Los milagros son metáforas que se hacen realidad.

 


[1] Versión libre del traductor:
Puedes viajar aguas abajo a Busiris,
Y navegar río arriba hasta Ta-wer.
Atracarás en las orillas de Anedjti.
Posarás sobre las ramas de los árboles de dátiles.
Tomarás el remo afuera de la mansión de oro.
Bienvenido, dice el recolector de documentos, en el acto de despejar tu camino.
La carta de respiración de Thoth es tu protección.
No puedes ser enviado de regreso.


Referencias
Ariel (seudónimo de Buckner H. Payne). The Negro: What is his Ethnological Status? Cincinnati: sin editorial, 1867.

Brown, Peter. The Ransom of the Soul. Cambridge: Harvard University Press, 2015.

Clark, Emily Suzanne. A Luminous Brotherhood: Afro-Creole Spiritualism in Nineteenth-Century New Orleans. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2016.

Cone, James. A Black Theology of Liberation. New York: Orbis Books, 1986.

Kidd, Colin. The Forging of Races: Race and Scripture in the Protestant Atlantic World, 1600–2000. Cambridge, Cambridge University Press, 2006.

Scheffler, Samuel. Death and the Afterlife. Oxford: Oxford University Press, 2013.

Smith, Kirk R. “Climate Change, Violence, and the Afterlife.” En Health of People, Places and Planet: Reflections based on Tony McMichael’s four decades of contribution
to epidemiological understanding. Ed. Colin D. Butler, Jane Dixon y Anthony G. Capon. Canberra, Australia: ANU Press,
 2015.

Smith, Mark. Traversing Eternity: Texts for the Afterlife from Ptolemaic and Roman Egypt. Oxford: Oxford University Press, 2009. [Las líneas de Book of Traversing Eternity (Libro del Viaje por la Eternidad) son fragmentos y no una cita directa.]


Sobre la autora:

Anna Della Subin estudió Filosofía y Literatura Clásica en la Universidad de Chicago e Historia de la Religión en la Harvard Divinity School. En 2014 fue escritora residente en Dar Al-Ma’mûn, en Marrakech, gracias al apoyo de la Fundación Tamaas. Su trabajo ha sido publicado en el London Review of Books, The New York Times, The New Yorker, Harper’s, BOMB, TANK, The White Review, Granta en español y The Paris Review Daily, entre otras publicaciones. Su ensayo Not Dead But Sleeping fue publicado por Triple Canopy en 2016. Colabora como editora en Bidoun, la laureada inicativa editorial y curatorial centrada en el Medio Oriente y sus diásporas.

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