Backroom Caracas presenta El jodido libro de la muerte de José Miguel del Pozo, Flavio Herrera y Luis Itanare. El próximo domingo 8 de febrero de 2015, estos tres ilustradores inauguran una exhibición de la cual no podemos decir nada. Con ellos acordamos no divulgar por ninguna de nuestras vías de comunicación imágenes o premisas de lo que ocurrirá en los espacios de nuestra galería cedida a ellos como cartas blancas. Así que en este párrafo donde usualmente hay una ligera descripción del trabajo de nuestros artistas solo podemos decir que el próximo domingo 8 de febrero la tríada José Miguel del Pozo, Flavio Herrera y Luis Itanare inauguran una exhibición cuyo título es El jodido libro de la muerte, en Backroom Caracas.
Aprovechamos entonces que tenemos la atención de ustedes, queridos lectores, y honrando la confidencialidad que le prometimos a José Miguel del Pozo, Flavio Herrera y Luis Itanare, para invitarlos desde las doce horas meridianas el día 8 de febrero, que es el trigésimo noveno día del calendario gregoriano, cuando quedan 326 días para finalizar el 2015 y en cuya fecha, a su momento, nacieran Julio Verne, Elizabeth Bishop, Guillermo Morón y que murieran Luis Piñerúa y Anna Nicole Smith, inaugura El jodido libro de la muerte. La exhibición estará un mes y por un mes podrán ver y decir lo que aquí no se nos está permitido.
TEXTO DE SALA
Por Alberto Morreo
El universo se expande y nace para la amistad. Quien no entienda esto, no entiende la oscura simpatía del universo. La simpatía que mueve internamente todo es continuamente la intuición de la amistad. Quien entienda esto, insistamos, abre a hachazo de luz el universo. Todos los libros sagrados bajo esta perspectiva, sentencian y aconsejan sobre la relación de la amistad con el universo. En esta ocasión nos encontramos con un libro escrito y expuesto entre amigos, libro que nos abre no a lo jodido de la vida, sino a la iluminación profana e intuitiva que es la amistad —la mera conexión de simpatía ante lo jodido y sin fin que es el universo—.
El libro es de las estructuras más interesantes en el universo. Su abrir y cerrar, su entreabrirse, evoca una estructura invaginada, sus contenidos impresos y caracteres impregnados al del vientre. El gesto de la lectura toca la página como la piel a espera de sentir qué puede brotar o surgir en ella. El dibujo marca su posibilidad y su gesta. Todo puede nacer en el libro y es a su vez una pequeña muerte creciendo.
El jodido libro de la muerte nos abre a una exterioridad, a la muerte afuera en el mundo y en sus quiebres adentro, y sólo la intimidad amistosa salvaguarda lo que se extingue. Salvaguarda y registra por medio de dibujos, trazos, anotaciones, ilustraciones y bosquejos que evocan la risa y el olvido, el placer de la risa cómplice ante lo jodido. Lo jodido que hace y deshace, como la muerte, y expone la obra interior. La exposición de lo más jodido y su resolución interna a todo lo que afecta este mundo.
Death Boysz. La muerte nos hace jóvenes. Al ateo, la muerte lo hace joven, eterno, pero es a base de una ilusión del fin, de un gran diseño del universo con que hace comunión y más típicamente al final de sus días. La simpatía es un recuerdo y no una práctica para él. Para un DB la muerte evoca al juego y técnica de explorar y explotar la muerte, en toda su simpatía creativa. Sí, la muerte nos hace jóvenes y hace de la risa y de la creación el fin.
Todas las piezas que ensambla algún DB despliegan su presencia sin fin, sin más allá. Las instalaciones son arcaicas, cómicas y futurísticas. Su campo de referencias es público pero también íntimo a la amistad. Los dibujos y las ilustraciones se despojan de grandes sentidos y nos tocan en lo más oscuro de nuestra simpatía. ¿Será esto entonces truly outsider art? Tan afuera me parece, que podríamos observar en cada una de las piezas separadas, conformando entre todas una especie de transporte, una nave, o tal vez al jardín que reside en todo libro, al jardín del universo en su lectura y la fuerza de su expresión, a la creación siempre entreabierta. Un Kindergarten flotante, o mejor, un Todeskindergarten 1, que sería una nave que tiene la forma de un jardín flotando, vacilando y abierto en el espacio convocando a más integrantes y a más vacilón.
Un libro de la muerte inevitablemente deja huellas y grasa, residuos de su descomposición. Sus marcas son un festín de lo que reside entre todos. La obra interior, común, es excesiva. He aquí cómo se debe ver a una tocineta como un cristal. La grasa, en este caso, es lo mismo que se observa como elegancia y gracia en el universo.
Es cierto que también es exceso y transfiguración de grasa y gracia, con cerveza y droga, todos placeres que una y otra vez son buscados porque remiten a la pasión que es la amistad a muerte. Esta pasión es una perspectiva, una grasa que reside, una basura que expone al orden jodido y lo revela, el orden que a su vez lo desecha y excluye. Una perspectiva que invierte y esto es lo interesante. Es una inversión de la vida y del aborto de vida social en que se realiza la fantasía de cualquier proyecto. Esto es a lo que nos invita el jodido libro de la muerte. No es meramente a la futilidad de algún proyecto y sentido, sino al jardín que es la amistad sin fin como otra manera de evocar la muerte y todo lo que puede nacer en cualquier instante.
La creación solo deviene de la improvisación. Entender esto es el primer paso para ver qué devendrá de toda exposición de conocimiento y de referencias internas. Según un viejo dicho, cuando los jóvenes se divierten el orden social se derrumba. Pero tampoco caigamos en la ilusión de que la rumba derrumba. Lo jodido es aquello que derrumba el fulgor de la amistad.
La santísima profanidad que encontramos en estos amigos es su mayor valor. Ellos crean riqueza de una fuerza extinta que es la vida y precisamente de la vida en común y sí, extraen de la tinta su fuerza renovable a diferencia de la necrosis y necrofilia petrocultural que reina. El extintor y su fuerza es el principio y fin del trazo, el sentido al cual se expone.
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1 Tod significa ‘muerte’ en alemán. La famosa expresión nietzscheana: Gott ist tot.
José Miguel del Pozo (1985), artista visual e ilustrador. Es principalmente autodidacta pero ha cursado estudios de diseño integral y letras. Ha trabajado como diseñador, ilustrador y profesor de cómics, ilustración y comunicación visual. Entre las exhibiciones colectivas donde ha participado, destacan el Salón Jóvenes con FIA/ XVII edición, (Ciudad Banesco en 2014), Tres miradas frente al arte contemporáneo (Sala Mendoza, 2013), Casa de locos (Manicomio de Los Chorros, 2012), Pepeles (Oficina No. 1, 2012), Proyecto Umbral (Cacri, 2012), Un cuarto para los dos (Paradiso Espacio –Maracaibo, 2012), Nueve propuestas curatoriales (La Caja, 2011), Octubre joven (Ateneo de Valencia, 2011) y Jóvenes con FIA (Corpbanca, 2009) donde obtuvo una mención de honor. Ha expuesto de forma individual Preludios y fugas (Librería Lugar Común, 2014) y Ejercicios de apropiación (Espacio MAD, 2011). Actualmente vive y trabaja en Caracas.
Flavio Herrera (1987), ilustrador. Cursó estudios de diseño gráfico y lo ha ejercido en sus diferentes disciplinas. Es miembro de diversos “crews” de graffiti de Caracas, como fundador de la editorial de fanzines Hot Bread Tecalien. Su dibujos han sido expuestos en las colectivas 4 en la casa (2009), Dislocaciones (ONG, 2011), Crónicas ilustradas (Museo de Bellas Artes, 2013), y La perrera (2014), así como en su muestra individual Cuentos de Lacripta (Librería Lugar Común, 2013). Actualmente vive y trabaja como tatuador en el estudio Moribundos Tatoo.
Luis Itanare (1984), diseñador gráfico e ilustrador. Egresado de la Escuela de Comunicación Visual Prodiseño, fundó el estudio de ilustración y “motion graphics” Design or Die, donde funge como director creativo y director de arte. Su trabajo ha sido ganador de tres premios Promax BDA y nominado a otros nacionales e internacionales. En el año 2010 fue nominado a los Latin Grammy Awards por el diseño y dirección de arte del disco Casa 4 de la agrupación musical venezolana Famasloop. Ha participado en exposiciones de arte y diseño nacionales e internacionales (Caracas, Valencia, San Felipe, Maracaibo, Sao Paulo, entre otros) y hoy en día tiene una pieza en exposición permanente en el museo Carmelo Fernández (San Felipe, Yaracuy). Entre las colectivas destaca Crónicas ilustradas (Museo de Bellas Artes de Caracas, 2013) y la individual Memorias de un bebuex (2013). Actualmente trabaja como tatuador en Moribundos Tatoo y es profesor titular de Prodiseño.
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