La escritura en un sentido estricto —y especialmente la escritura fonética— está enraizada en un pasado de escritura no lineal. Ha sido necesario vencerlo y se puede, si se quiere, hablar aquí de triunfo técnico: aseguraba en un mundo peligroso y angustiante una mayor seguridad y mayores posibilidades de capitalización.
Jacques Derrida. De la Gramatología
En la vulnerabilidad, pues, se encuentra una relación con el otro que no agota la causalidad; relación anterior a cualquier afección por el estímulo. La identidad del sí mismo no opone límites al soportar… La vulnerabilidad es la obsesión por el prójimo o el encuentro con el prójimo.
Emmanuel Lévinas. Humanismo del otro hombre
Mi vida está anotada.
Consuelo Méndez

 

Codices

 

I

 

Huella, trazo, inscripción. La expresión busca encausarse bajo las formas que le presenta la cultura. Allí —aquí—, la escritura es propuesta como expresión de la mente-voz y la imagen pictórica como un algo que asemeja, representa, simula, interpreta o ensombrece lo exterior.

 

La escritura se piensa más cercana al pensamiento. Esta idea proviene de la sensación articuladora producida entre la linealidad del sistema alfabético (fonético) y la temporalidad secuencial de la palabra-voz. La imagen (fija), en cambio, no es secuencial ni temporal sino espacial, y por ello es pensada como algo más próximo al cuerpo.

 

En esta persistencia ambivalente se presenta una suerte de desbordamiento del pensamiento por la imagen, mientras que en la voz (encausada por la escritura) se “percibe” un cierto ordenamiento y por ello una transmisión (más o menos) adecuada del pensar. La escritura, una vez convenida en palabras, es lo que es pensado como el vehículo apropiado de la voz, como su cuerpo no demasiado corporal, como una espacialización aceptada, comedida, ajustada. Así, pensamos que el habla deriva (inicia, origina) la escritura. Pensamos que el decir antecede a la representación del sonido ¿Quién tiene duda de que ello es así? Después de todo —suponemos que—, primero aprendemos a hablar y luego a escribir.

 

Si en una orilla está la “voz/escritura” y en la otra la “imagen”, cruzarlas, de la mano de Consuelo Méndez, tiene un recorrido en extremo rico, exuberante, aunque contenido en los espacios íntimos del cuaderno y el librillo, con funciones que van desde el diario íntimo hasta el cuaderno de notas y los apuntes para clases. Confesiones, pensamientos, citas y proyectos que en algún momento comenzaron a confundir (en realidad a fundir y a mezclar) la palabra y la imagen. Esta última como dibujo, pintura, figura y abstracción. Señales, gestos.

 

Escritura primero. Pintura después. Luego ambas orillas desaparecen porque confluyen los dos lados. En una orilla, junto a la escritura que asienta la confesión adolescente, está la estancia de Consuelo en los Estados Unidos. Un poco más adelante las cosas cambian y comienza a requerirse una huella sin orden gramatical.

 

7

 

— Esta selección que he hecho para la instalación Cruzando orillas arranca en 1976, cuando llego a Venezuela después de mis años de adolescencia y de formación en los Estados Unidos. En ese momento trabajo dos tipos de diarios, uno donde yo dibujaba y otro donde yo escribía. No había percibido que la imagen visual podía narrar o que podía estar con las palabras. Cuando entro en el Cegra, mi primera experiencia artística en Venezuela, de 1979 a 1981, y me comienzo a relacionar con artistas del país, empiezo a movilizar mi trabajo de otra manera y entonces se empieza a unir en mí la expresión visual con mi expresión escrita. Y van cambiando los diarios.

 

31

 

— Parecen libros iluminados.
— Empiezo a iluminar mis textos, porque por lo general escribo y después hago el dibujo. Pero en ocasiones es simultáneo.
— ¿Hubo un trabajo intelectual para que sucediera esa integración?
— Se fue dando, fue fluyendo como parte de mi trabajo.
— ¿Puede decirse que la escritura y la pintura son dos fuerzas que se van entremezclando?
— Sí. Yo escribo y empiezo a permitir que estos cuadernos sean parte de mi emocionalidad…

— Hacia finales de 1990 comienzan a heterogenizarse y complejizarse notablemente los cuadernos.

— Es un proceso que se va construyendo desde 1981…
— ¿Ahora son mucho más pintura que escritura?
— No. 50 por ciento cada expresión. A veces escribo más, a veces dibujo más. Depende de lo que esté preparando o lo que esté sucediendo. Hay notas de taller, hay estampas, dibujos a plumas…
— No hay funciones ni discriminación. Es un diario íntimo y al mismo tiempo es un cuaderno de notas de trabajo.

 

diarioConsuelo

 

— Está todo integrado. De pronto hay unos que son casi todo dibujos. Veo la escritura y el dibujo-pintura como expresiones que están integradas en mí. Una cosa es decirlo con palabras y otra es decirlo con manchas y colores. Creo que tiene que ver con esa manera como nosotros nos expresamos. La palabra siempre ha estado conmigo. La pintura siempre estuvo conmigo, estudié arte. Pero hubo un momento de mi vida, antes de venirme a Venezuela, donde las cosas estaban separadas. Cuando llego en 1976 y tengo a mi hija y comienzo a estudiar y a trabajar, las cosas se funden.

 

II

El dibujo y la pintura van abriéndose lugar en las hojas de los cuadernos, en las anotaciones y los apuntes, entre citas, confesiones, poemas, reflexiones, vivencias, anhelos, desesperanza, alegría, visiones. La imagen entra como un torrente a los cuadernos escritos y se abre, literalmente, espacio ante la voz-escrita. Negocian sus fuerzas y comienza una suerte de convivencia, de alternancia y simultaneidad en Consuelo: en los libros. A medida que ella comienza a trabajar el cuerpo, la imagen se despliega y poco a poco adquiere un ritmo alegre o dramático, una suerte de baile o confrontación con la palabra escrita. No se puede anotar con imágenes, aunque sí con dibujos. Y no se puede expresar la experiencia espacial —el movimiento y el cuerpo—, con escritura lineal. Todo se integra en el proceso artístico de Consuelo y en los cuadernos, que mientras más recientes más parecen códices iluminados.

 

21

18

 

— ¿Por qué llamas a la instalación en Backroom Caracas Cruzando orillas?¿Acaso es porque vas desde la escritura a la pintura? ¿desde la norma al desbordamiento?
— Es un atrevimiento sacar todos mis diarios y mostrárselos a la gente. Para ello deben cruzar desde ellos a mi orilla, a mi lado. El que entre a mi lado entra a un mundo que es otro mundo. Yo también estoy cruzando hacia el otro lado, hacia la gente, y de una manera que jamás imaginé.
— ¿Qué piensas tú que puede darte esa apertura? ¿qué puede ofrecerte? Puede ser una manera de abrirte realmente a los demás.
— Cierto.
— ¿Otra orilla?
— Otra orilla.

 

III

 

Las reglas son posteriores a la inscripción. La escritura, así ordenada, con estos puntos y comas y en palabras que no parecen imágenes, “encausa” el pensamiento. ¿Qué hace entonces la imagen? ¿desborda ese encausamiento? ¿le da expresión a otra parte de la mente? ¿conecta situaciones diferentes?

 

Como alternativa a la naturalización que da por sentado que el pensamiento se compone de lenguaje, es posible pensar que entre la expresión escrita y la expresión pictórica “media” una relación desplazada, acompasada o no con el pensamiento ordenado —reglamentado— o con el trazo fundante de la cultura y por tanto de lo humano. Es por ello, quizás, que una somera atención a la relación entre la palabra y la imagen —referidas a todo aquello que hace posible la huella o la inscripción— se vuelve tan sorprendente, tan rica en sugerencias, incluso en revelaciones. O develaciones.

 

51

 

— ¿Qué piensas tú de esta situación en la que el libro ha sido capaz de recibir toda esta confluencia de pintura y textos? ¿Por qué se expresan en tus diarios esa confluencia entre la escritura y la pintura? ¿La pintura era muy intensa para estar contenida en el libro antes de que lo intentaras?

 

IMG_9151

 

— Eran dos vehículos, dos espacios. El libro era un libro: lo leía, lo escribía. La imagen era otro lenguaje. Era pintura, era un producto, eran los dibujos, los papeles… Pero yo no había casado ambas expresiones. Y creo que se unen porque pueden estar perfectamente juntas. En la formación americana de arte el diario es muy importante; había que tener un diario, era obligatorio.  En mi formación era un requisito tener un banco de ideas. Y las ideas son palabras, o son imágenes, o son un trocito de ticket, o son cosas que lees y pegas. El diario es un álbum. En la medida en que fui madurando creo que mi proceso expresivo se fue uniendo al libro porque soy librera, gráfica. Me gusta el papel. Lo que más he leído es poesía, lo que menos he leído es filosofía.

 

…Siempre tuve un diario. En las reuniones escribía y dibujaba. Después, poco a poco, los diarios fueron fundiéndose en la Escuela de Arte Superior Armando Reverón (hoy en día parte de UNEARTE) y también influyó el arte-terapia. Cuando trabajas arte-terapia se trabaja con el cuerpo y es todo integración. Entonces se integró mi palabra y se integró mi imagen. Eso fue hacia 1995.

 

— Entonces la integración física o espacial posibilitó la integración de la escritura y la pintura en el libro.
— Creo que la fusión de los diarios viene cuando comprendo que el cuerpo es la herramienta de expresión y empiezo a utilizar el cuerpo en mi pedagogía de dibujo. El cuerpo es el que escribe, el cuerpo es el que dibuja.
— ¿Fue allí cuando la pintura salió del lienzo hacia otros espacios?
— Entró el cuerpo como herramienta fundamental de expresión y eso cambió mi pedagogía del dibujo. Venimos de una cultura que piensa que es la mente y la mano las que dibujan, pero es el cuerpo. Si tú respiras, cantas; si no respiras, no puedes cantar. No es gratuito decir que el artista se inspira para pintar. La respiración es inspirar y expirar y ahí entra la voz, el movimiento. Ahí están mis cuadernos pedagógicos.
— Entonces la función de diario, en esos cuadernos, se desbordó.
— Sí.

 

10

 

 

IV

 

¿Podemos pensar en la simultaneidad entre el habla y la inscripción? ¿en su mutua dependencia? ¿en la imposibilidad de anteponer alguna? Si llegásemos a ampliar lo que por escritura entendemos, si llegásemos a decir que la escritura es, al igual que la huella, inscripción y no tanto signos representativos del sonido, y que tanto la voz como el trazo tienen el mismo origen, todo el orden de la significación cultural se volvería más abierto al otro: al que no escribe sino con dibujos y al que no inscribe sino con la voz. También al otro que no soy yo pero que está en mí, que me afecta a pesar de los indispensables ensimismamientos.

 

El otro que no solo inscribo en mis comprensiones sino que se desborda, como una imagen ilegible, en lo que E. Lévinas indicó como el rostro y su infinitud. El rostro del otro nos ofrece una resistencia, aunque no sea hostil, aunque sea una oposición pacífica. Y por tanto resultaría violento ignorar u obliterar esa oposición.

 

¿Cómo abrirnos al otro? ¿Acaso tal y como es abierto un libro, en el que sus páginas encuadernadas nos oponen, justamente, esa apertura mientras es abierto?

 

IMG_9160

 

— Nunca me imaginé que mostraría mis cuadernos.
— ¿Has encontrado en esa apertura una fuente de conocimiento?
— Claro.
— ¿Entonces el abrir estos diarios es como ser coherente con esa apertura? De pronto puede ser una sobreexposición, pero además puede ser un acto de gran coherencia contigo misma.
— Es posible, no lo había visto así.
— ¿Para crecer has escogido ser un libro abierto?
— Sí. Pero tiene que ver con la naturaleza de la expresión. Cuando empiezo a hacer performance me cambia la manera de expresarme. El otro es importante.

 

IMG_9116

Compartir