Lamezuela: Un signo intempestivo y el grito de los herejes

 

 1.- Lo intempestivo

 

Intempestiva esta consideración lo es porque intenta entender como un mal, un inconveniente y un desfase algo de lo cual la época justamente se siente orgullosa, o sea, su cultura histórica, porque pienso que todos somos devorados por la fiebre de la historia y deberíamos al menos darnos cuenta de ello.
Fiederich Nietzsche*

 

 

Desde hace ya más de una década, en la sociedad venezolana se ha acentuado un modelo de poder que ha tenido una cobertura en casi todo los ámbitos del vivir, común y privado.  Un modelo, quizás, de una data mucho más antigua y que ha estado presente en todo el continente latinoamericano. Una estructura de poder perversa, de tipo militar, que polariza a la sociedad en su conjunto en entes dominantes y entes dominados. El dominante así, se ve dotado de una suerte de inmortalidad, de una proximidad a la figura de un dios que tiene bajo su mando el báculo de control totalitario y el dominado se ve entonces en una situación cercada, que le impide su desenvolvimiento autónomo.

 

Lamezuela (2013). Fotograma.
Lamezuela (2013). Fotograma.

A esto se suma el mermar de delirios que magnifica, glorifica y, de esta manera acentúa el poder a quien lo detenta, así como los conflictos consecuentes por la resistencia de quienes lo cuestionan.  El año pasado, para no ir más lejos, hemos visto en nuestro país la acción represiva del poder totalitario que ha empleado toda su fuerza para mantener al súbdito cercado y tras las barreras de su control. Pues quienes exaltan el poder instaurado son los súbditos perfectos, pero los que lo cuestionan son los herejes que deben ser condenados.

 

Este es el contexto de Lamezuela,  un signo que surge y da cuenta del malestar, del defecto y de la espina encarnada de nuestro tiempo. Un signo que por demás “se ha convertido en una imagen icónica de este momento que vivimos como país”. Un signo intempestivo, que impacta y choca, con todo lo que esto supone, en la percepción cultural e histórica de nuestro tiempo.

 

Es algo parecido a lo que sostiene Hal Foster cuando dice: “lo cultural sería pues un lugar de conflicto y la estrategia a seguir sería una resistencia de interferencia (aquí y ahora) al código hegemónico de las representaciones culturales y los regímenes sociales”1. Lo cual supone un centrarse de manera crítica ante el tiempo que se vive; un percibir más allá del auge del propio presente o como diría Giorgio Agamben, recibir “en pleno rostro el haz de tiniebla que viene de su propio tiempo”2.

 

Este centrarse de manera crítica frente a un tiempo y una realidad,  es lo que se deduce en Lamezuela. Y esto constituye un acercamiento entre el arte y la política, en tanto que cuestiona y desafía el poder dominante del discurso global de nuestro tiempo. Pero ojo, lo político aquí no constituye una lucha contra el poder. Lo político es la práctica que reconfigura los marcos sensibles de los objetos comunes y, en este sentido, el arte es político porque muestra la evidencia de la dominación o los iconos reinantes que la soportan.  Por tanto el arte y la política se sostienen, la una a la otra, como formas de disenso o como operaciones que reconfiguran la experiencia común de lo sensible. Y esto es lo que sucede con la imagen focalizada en Lamezuela.

 

Imagen de Lamezuela impresa en las calles de Caracas.
Imagen de Lamezuela impresa en las calles de Caracas.

Pero entonces, ¿Qué es lo intempestivo de ello o en ello?

 

Lamezuela es una acción realizada en el 2011, en la Velada de Santa Lucía, estado Zulia, en la que la artista Deborah Castillo arrodillada lame las botas de un militar y estalla la metáfora de la sumisión de  lo político, de lo sexual y de lo social. Es un poner en relación, tres instancias que usualmente resultan distantes y extremas. Es la imagen focalizada, en una sola acción, de una estructura de poder que está presente en estos tres marcos de lo cultural y de la vida humana. Y es además la evidencia del estigma de la dominación de nuestra idiosincrasia Venezolana. Esto es lo intempestivo.

 

Quizás para algunos sea un escándalo, un insulto, pero para otros ha sido la imagen de su autorrepresentación y el disenso ante una realidad que por demás está llena de problemas.  Es, en palabras de Rancière:  “hacer ver aquello que no era visto, de hacer ver de otra manera aquello que no era visto demasiado fácilmente, de poner en relación aquello que no lo estaba, con el objetivo de producir rupturas en el tejido sensible de las percepciones y en la dinámica de los afectos”3.

 

Esto es lo intempestivo. El situarse en el corazón del conflicto, en la médula espinal que atraviesa nuestra cultura y nuestro tiempo y generar un choque, un cortocircuito en nuestra percepción cultural que se verá sacudida ante la imagen de una realidad focalizada.

 

Imagen de Lamezuela impresa en las calles de Caracas.
Imagen de Lamezuela impresa en las calles de Caracas.
Imagen de Lamezuela impresa en las calles de Caracas.
Imagen de Lamezuela impresa en las calles de Caracas.

 

2.- La acción de los herejes – la apropiación del signo intempestivo como estrategia para la refutación y la emancipación

 

Una imagen dice más que mil palabras.
Kurt Tucholsky

 

El cortocircuito generado por Lamezuela en la percepción cultural, impulsa a un proceso de expansión en el que otros comenzarán a desplegar un accionar que harán de la imagen de Lamezuela una consigna para refutar y cuestionar la realidad de un país con una estructura de poder represiva y totalitaria.

 

Lamezuela entra en un proceso de transformación y adquiere una nueva dimensión a partir del despliegue de su imagen, en perfecta combinación con la palabra, que  otros actores emplearán e introducirán en nuevos contextos, en nuevos escenarios y por tanto en nuevos sistemas de significación. Una suerte de autonomía, que trasciende las fronteras del arte, que atraviesa el imaginario de una colectividad que ve en ella su auto-representación y el lugar para su autoexpresión, porque establece, ante todo, una relación con el mundo real.

 

Proyección de Lamezuela (2013) en los muros de la embajada de Venezuela en Bogotá.
Proyección de Lamezuela (2013) en los muros de la embajada de Venezuela en Bogotá.

Es así que de una acción realizada en el 2011 Lamezuela se focaliza en una acción para la cámara en el 2013, resaltando aún más los iconos reinantes de una dominación. Luego de esto, en una imagen impresa en la avenida Francisco de Miranda en la ciudad de Caracas, contextualizada, como un obrar desde el arte, en las manifestaciones acontecidas el año pasado, 2014. Pero incluso antes de esto, y en otros espacios, Lamezuela ya habría comenzado a desplegarse como una consigna para refutar las direcciones políticas de nuestro país y el poder centralizado y represivo que a éstas últimas han seguido.

 

Es lo que  Yayo Aznar y María Iñigo conciben como arte activista y arte político. Una actividad con un carácter urgente que se contextualiza en situaciones concretas locales, nacionales o globales y que significan siempre una creación en tiempo real y en el que la recepción y la participación son fundamentales. Un arte de naturaleza pública y colectiva, entendiendo que lo público es un espacio de actividad política en el que asumimos identidades y compromisos comunes4.

 

Lamezuela se ve entonces en el formato de calle, en las redes sociales de la web, como un post acompañado de una frase, como un meme o como una categoría o tendencia en hipervínculo. Algunos de ellos: “Lamezuela, el arte que revela el verdadero rostro” en el 2013, “A todo aquel genuflexo que quiera vivir arrodillado a otra bandera #lamezuela” en el 2014;  “Banco que lamezuela, lamemos de corazón”, y el más antiguo en el 2011 “el #Lamezuela lo #despidieron por bocón y mal pintor de la OEA”.

 

Tweet: "a todo aquel genuflexo" que quiera vivir arrodillado a otra bandera #Lamezuela. Captura de pantalla.
Tweet: «a todo aquel genuflexo» que quiera vivir arrodillado a otra bandera #Lamezuela. Captura de pantalla.
Post en Facebook: "Lamezuela, el arte revela el verdadero rostro". Captura de pantalla.
Post en Facebook: «Lamezuela, el arte revela el verdadero rostro». Captura de pantalla.

De esta manera Lamezuela se vuelca en un signo, un signo intempestivo con una casi cualidad de voz. Una imagen que retumba como un grito. Un grito en la mimesis correcta de una colectividad que acciona en unidad su autoexpresión. Un grito que por demás será el de aquellos que cuestionan la ideología del poder instaurado. Un grito, el grito de los herejes.

 

Referencias:

Nietzsche, Friederich (1873-1876): “Consideraciones intempestivas”. Edición del 2002, Buenos Aires, Alianza, Pág. 19

1. Foster, Hal. Remodificaciones: hacia una noción de lo político en el arte contemporáneo, en Blanco, Carrillo, Claramente y Expósito (2001): Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa, Salamanca, Universidad de Salamanca.

2. Agamben, Giorgio: “¿Qué es ser contemporáneo?”, en: DDOOSS asociación de amigos del arte y la cultura de Valladolid, http://www.ddooss.org/articulos/textos/Giorgio_Agamben.htm (en línea), consultado (7 de Enero de 2012).

3. Rancière, Jacques (2013): “El espectador emancipado”, Buenos Aires, Manantial.

4. Aznar Almazán, Yayo e Iñigo Clavo,  María (2007): “Arte, política y activismo”, en Concinnitas  año 8, volumen  1, número 10.


 

Acerca de la autora:

Analy Trejo es una joven investigadora del arte, licenciada en Artes Visuales, egresada de la Facultad de Arte de la Universidad de Los Andes – Mérida (2010) y actualmente estudiante del Departamento de Historia del Arte en la misma Universidad (ULA). Su interés se dirige hacia los lenguajes del arte contemporáneo y a las prácticas de artistas venezolanos, en especial de aquellos que establecen vínculos directos con la política.

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