© Diana Rangel.

…bajo la mirada de otro. “Ser un hombre”, sugería Primo Levi.

George Didi-Huberman, Pueblos expuestos, pueblos figurantes.

 

 

Ser y tiempo es el enigmático título que Heidegger le da a su análisis de la existencia humana. Anuncia ya en ese título que solo el ser tejido con el tiempo, puede darnos la posibilidad de estar arrojados (como estamos) a este mundo y encontrar en él un sentido: aquello que nos permita ser bajo la mirada de otro.

 

Llegado el siglo XX la finitud y el lenguaje constituyen la casa del ser. Siendo así, la existencia del hombre solo es significativa si es posible narrarla y ello incluye la anticipación de la muerte, porque al anticiparla puede el hombre vivir la vida como un proyecto. Una vida sin narrativa es un proyecto fallido, la negación, en vida, de la propia existencia. Pero ¿acaso siempre la anticipación de la muerte posibilita que se tejan ser y tiempo?

 

Quizás la propuesta del filósofo alemán, aunque intensamente vigente a la llegada del siglo XXI, siga siendo hermética y compleja. Pero se hace próxima cuando nos encontramos con el trabajo de Diana Rangel y los muchachos del barrio de La Dolorita de Caracas, por ser un trabajo que hace patente hasta qué punto esos actos narrativos son centrales en la vida humana.

 

Diana, en aquel entonces una aspirante a psicóloga, se acercó al barrio de La Dolorita para estudiar la violencia en un grupo de jóvenes que accedieron a compartir con ella sus modos de vida. Pero no mediaron los test ni las entrevistas diseñadas, sino la conversación y la idea de que interviniera la fotografía como herramienta narrativa.

 

De todo el material que Diana compila en su blog y de su propio portafolio de fotografía, hemos hecho una selección para recibir en este espacio de Eco y Narciso, algunas de las voces y las miradas de ese encuentro que cambió la vida de los que participaron. Todos narraron sus historias trascendiendo en actos significativos —que bien podrían ser los del arte contemporáneo o los de las nuevas prácticas terapéuticas—, la relación entre quien observa y quien solo es observado.

 

Les presentamos las voces y las miradas de Diana y de Wilkins, el joven más activo en la tarea propuesta.

 

Esta edición es un homenaje de Backroom Caracas a la vida de todos aquellos jóvenes de los barrios de Caracas que mueren sin que su tiempo pueda llegar a ser narrado.

 

Carmen Alicia di Pasquale

 


 

Por Diana Rangel

En el año 2010 conocí a una banda de delincuentes. Buscaba, en el marco de mi investigación en psicología clínica, entender el significado de la violencia para ellos.

 

La_Dolorita_02

3

1_DianaRangel_LaDolorita

 

…les di cámaras desechables para que contaran historias de sus vidas, para que hablaran y articularan aquella “realidad” que les rodeaba, para que capturaran aquello que consideraban importante. Estuvimos tres meses contándonos historias, ordenando fotografías impresas sobre los capós de los carros estacionados en “El Terminal” de La Dolorita, riendo. Otras veces llorando.

 

Rangel_D4

La_Dolorita_031

 

Algún tiempo después pasaron muchas cosas. Uno de ellos fue asesinado y otro se convirtió en asesino. Todos nos escondimos y tuve miedo por dos meses. Al volver me llevé la sorpresa de verlos diferentes, habían cambiado, decidieron tomar otro rumbo. Uno cocinaba, el otro era obrero, el mayor era vigilante. ¿Qué los hizo cambiar? ¿La fotografía? ¿Mis visitas?

 

Rangel_D-13-2

Rangel_Diana-17

 

Hablamos de las máscaras, de los códigos, de los sueños y los impedimentos. Luego hablamos de lo que estábamos haciendo ahí, justo en ese momento y así lo describieron: “estamos disparando sin pistola”, “estamos haciendo un proyecto”. Ahí, en ese hacer, fue que algo surgió.

 

Wilkins.

Compartir